ESCUCHANDO SU VOZ

  ¡Qué diferente es ver todo desde la perspectiva de Dios! ¿verdad? Hasta nuestras circunstancias son tan insignificantes cuando estamos mirando desde la perspectiva del Señor. Con Cristo estamos sentados en los lugares celestiales, allí fuimos llevados cuando resucitamos a su vida y debemos recordarlo cuando las circunstancias nos quieran apabullar.  Todas las cosas están en Cristo, todo lo que es Cristo está a nuestra disposición para vencer cualquier adversidad. Cristo es nuestra victoria. En la cruz no solo fue puesto nuestro pecado, nuestra vieja humanidad, también fueron vencidas todas las circunstancias adversas.  Él está en nuestro diario vivir, nuestra herencia no está fuera, está en Cristo en los lugares celestiales. Es su plenitud frente a nuestra vaciedad, es su fuerza ante nuestra debilidad, nuestra herencia es todo lo que Él es, es nada de nosotros mismos, es todo de Cristo y en nuestra vaciedad el Señor dará a conocer a Cristo a los demás y obrará a través de nosotros. 

Siempre tendremos un camino abierto con el Señor cuando nuestro corazón se derrama por Él. Alguien que tiene un corazón para Él, le seguirá donde Él vaya, irá hasta donde Él lo lleve, aún si lo lleva por el camino de la cruz, de la negación, de la renuncia, de la pérdida, hasta el final de su propia vida y de su propia voluntad. Si alguien supo tener un corazón para el Señor fue Caleb, porque alguien que no escucha la voz popular es un corazón puesto para el Señor. Él fue hasta donde el Señor lo llevó, no hacia donde el estándar popular quería llevabarlo. El Señor deseaba que todo el pueblo fuera como Caleb. Un corazón que se da sin reservas para el Señor, allí Dios encuentra su satisfacción. No nos reservemos nada para nosotros mismos, vivamos para buscar el placer de Dios y lo hallaremos. 

Nuestro Señor siempre tranquilo, sosegado en todo tiempo, nunca cedió a la tentación de la angustia, de la ansiedad, aún en sus horas más oscuras encontró la paz que sobrepasa todo entendimiento; cuando se postró aquella noche fría, llena de incertidumbre y dolor en el aire, cedió toda su voluntad, fue vaciado de Él mismo y cuando se puso en pie, pudo enfrentarse a la muerte con la paz en su corazón. Descansar en Él es encontrar esa paz que sobrepasa todo entendimiento, la paz es una Persona y mientras más disminuimos, más aumenta Él y esa paz llenará nuestros corazones y nuestras mentes en las horas de mayor oscuridad en nuestras vidas y en esta tierra. Una mente sin esa paz dará vueltas sin fin sobre un asunto o una situación, un corazón sin esa paz, estará angustiado, estresado, deprimido, ansioso y lleno de temor y terror. Que la paz de Dios, que es nuestro Señor Jesús, aumente en nosotros y mientras más descansamos en Él, más Él puede obrar en aquello que nos altera. L

¿Cuál es la diferencia entre Cristo y nosotros? Su luz y mi oscuridad.  Siempre nuestra naturaleza será tinieblas y solo su luz podrá iluminar y arrancar las oscuridades del corazón. Y cuando vemos esta gran diferencia podremos realmente apreciar su gracia, su gran amor y su misericordia inmerecida. Cada parte de nosotros debe ser iluminada, cada rincón oscuro, cada punto ciego de nuestras vidas debe recibir su luz.  El salmista oró con todas sus fuerzas: "Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos. Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno", que Dios nos muestre lo oculto de nuestro corazón y podamos arrepentirnos y ser libres. Él es la luz que dispersa la maldad de este mundo y que ilumina las circunstancias más oscuras en nuestra existencia. Necesitamos tu luz Señor. 

  "El torrente Cisón los arrastró, el antiguo torrente, el torrente Cisón. ¡Marcha, alma mía, con poder!" Jueces 5: 21  Este versículo impactó mi vida hoy, el Señor siempre sabe qué decir en el momento justo. El poder de Dios se revela en medio de nuestra debilidad, de esto es lo que trata este versículo. Esto lo dijo Débora después de una gran victoria. El pueblo de Israel desfallecía a causa de Sísara, el capitán del ejército de Jabín, rey de Canaán, los había afligido en gran manera.  Esta es una palabra de aliento en esta hora, una palabra que levanta nuestros espíritus en fe, en la confianza plena en el Señor. Diariamente pasamos por situaciones inesperadas, difíciles, adversas, se escuchan malas noticias por doquier, cosas que afligen nuestro corazón y pueden llenarnos de temor, de incertidumbre y de ansiedad.  Pero, hoy esta palabra se hizo viva para mí. En nuestra debilidad Dios es nuestra potencia.  “El Señor me hizo enseñorear sobre los fuertes”, dice este capítulo