LA TRAICIÓN DEL CORAZÓN SALMO 55: 12 -14
“Porque no me afrentó un enemigo, lo cual habría soportado; ni el que me aborrecía se engrandeció contra mí, porque me hubiera escondido de él; mas tú, hombre, según mi estimación: mi señor, y mi familiar. Porque juntos comunicábamos dulcemente los secretos, en la Casa de Dios andábamos en compañía”. Salmo 55: 12 - 14 Estas son las palabras de un hombre herido en lo profundo de su corazón, y no hay dolor más más grande que el dolor de la traición; y aquí no solo hablo de la traición que tiene que ver con la infidelidad de un hombre a una mujer o viceversa, hablo de esa que también duele en el alma, esa que tiene que ver con defraudar la confianza, con traicionar el amor, cuando todo se ha dado y se defrauda ese amor entregado. Tanto fue el dolor de David que dijo: “¡Quién me diera alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría”, así sería el dolor punzante; “ciertamente huiría lejos; moraría en el desierto”, para él hubiera sido mejor morar en el desierto, habitar con animales salvaje