EL MOTIVO DE SERVIR

 


“Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”. Mateo 20: 28

Este capítulo de Mateo 20 es realmente hermoso, creo que es uno de los momentos en que el Señor Jesús se sonrió cuando escuchó la petición de la madre de los hijos de Zebedeo. Como toda buena mamá deseaba dejarles el futuro asegurado a sus pequeños hijitos. Ella no sabía lo que pedía, como se lo dijo nuestro Señor; nadie pide voluntariamente estar en el último lugar, en el lugar de la servidumbre, nuestra carne busca los primeros asientos y más nuestra carne religiosa.

¡Qué lección la de nuestro Señor! Él entró a este mundo como un siervo; siendo Dios, se humilló a sí mismo y aunque quisieron hacerlo rey, Él eligió la cruz.

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” Filipenses 2: 5 - 8

Los demás discípulos se enojaron porque también querían los principales lugares, en ese momento ninguno quería dar su vida por otro, ninguno quería servir aun en medio del total rechazo y de la ruina de su propio nombre. Todavía velaban por sus propios intereses.

Pero, este versículo nos recuerda que todo acto de servicio, aunque nos cueste, es un acto de amor. El amor va más allá de todas las cosas.

"Y cualquiera que te obligue a ir una milla, ve con él dos" . Mateo 5:41

El único camino es el amor, pero por amor a Él.

Si algo he aprendido, es que los seres humanos somos desagradecidos por naturaleza y de la raza de Adán no se puede esperar mucho, pero cuando servimos, lo hacemos por amor a nuestro Señor, pues Él dio su vida por nosotros. El Señor nos amó, se entregó y nos ha servido en medio de nuestra total deslealtad, y ese amor recibido sin merecerlo debe ser nuestra única motivación para servir a los demás.

Si lo hacemos por Él, tendremos menos decepciones y aprenderemos a no esperar nada de nadie. Esta es su libertad. Nuestro motivo de dar nuestro servicio a otros es por Cristo y porque Él nos lo dio todo al morir por nosotros en esa cruz. Qué satisfecho estará el corazón del Padre cuando sirvamos a los demás por amor a Él, así nos cueste, incluso a aquellas personas que no lo merecen.

“No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera entre vosotros llegar a ser grande, será vuestro servidor, y el que quiera entre vosotros ser el primero, será vuestro siervo”. Mateo 20: 26 - 27

Esto me recuerda por qué hago lo que hago, por amor a Jesús, sin reconocimientos, sin aplausos, no es para multitudes, es para unos pocos, lo sé. Cada vez que sale un libro, todo escritor espera que su libro sea leído, pero no siempre es así. Nuestra labor puede estar en lo secreto, no reconocida, incluso en condiciones muy difíciles, detrás de la trinchera de las circunstancias, pero si allí es donde el Señor nos requiere, podemos hacerla por amor a Él.

Tu trabajo quizás no lo vea nadie, así sea en tu casa con los tuyos, pones tu corazón en algo que amas y a la gente quizás no le interesa; tienes un negocio y no vendes como tú quisieras o no solicitan tus servicios de la manera que tú deseas; comienzas un emprendimiento y no recibes mucho apoyo de tus más amigos; ayudas a alguien y no te dan las gracias; tus hijos no ven tu esfuerzo, tu esposo tampoco, tus familiares y amigos menos, pero el Señor si te ve, Él nos ve y nos recompensa en su tiempo.

"Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibirán la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien sirven”. Colosenses 3: 23 - 24

El Señor nos recuerda con esta palabra en Colosenses que lo servimos a Él, es por Él que lo hacemos, Él es el motivo de servir y de dar nuestra vida por los demás.

El enemigo nos dirá que perdemos el tiempo con gente que no lo merece, que para qué tanto esfuerzo, que eso no lo agradecerán, pero algún día el Señor nos revelará que ese pequeño servicio hizo la diferencia en alguien y que Dios a través de nuestro servicio tocó los corazones que Él quería tocar.

“Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis. Mateo 25: 40

Lo único que desea mi corazón al final, cuando me encuentre cara a cara con Él es que me diga: “te pedí que hicieras esto o aquello y lo hiciste”. Y cuando ese momento llegue, sabremos que lo hicimos en sus fuerzas y por su gracia, que nada fue por nosotros mismos, que nos equivocamos en el camino, que cometimos errores, pero que lo único que deseábamos era agradarlo a Él y dar nuestra vida por amor a Él.

Hasta la próxima.

AL

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