UNA ESTRELLA QUE MUERE, UNA VIDA BRILLANTE QUE NACE




Las mariposas cósmicas son un espectáculo en el universo. Ellas son unas nebulosas que dan su resplandor cuando explotan como una mariposa por su composición de polvo y estrellas. Este resplandeciente brillo solo se da por la muerte de una estrella que expulsa sus gases que la envuelven, liberando radiación ultravioleta que hace que sus restos brillen. 

Esto nos muestra las realidades espirituales de una manera fantástica.

Dice el Salmo 37: 4: "Pon asimismo tu delicia en el SEÑOR, y él te dará las peticiones de tu corazón". 

Ponemos tanta atención a la segunda parte del versículo, que olvidamos la importancia del primero. Esperamos muchas veces que las peticiones de nuestros corazones se cumplan para gozarnos en Dios. Sin embargo, el salmista sabía que primero necesitamos ser saciados del Señor y que Él sea nuestro deleite. 

Cuando Él es nuestra delicia, podemos dejar a Sus pies todo lo que nuestro corazón anhela, porque encontramos que solo Él puede saciarnos. 

En vez de ser consumidos día tras día por nuestras peticiones incesantes, podemos deleitarnos en Dios y saber que Él es la respuesta a cada una de nuestras necesidades. Muchas veces esas peticiones de nuestro corazón son sutiles competidores de nuestro amor por Él. Y Dios nunca permitirá que nada compita con Él en nuestra vida. 

Él sabe que esas peticiones, esos deseos o sueños no llenarán nuestro corazón, solo Dios puede saciarnos. Cuando nos deleitamos en el Señor y nos saciamos de Él podemos dejar en Su altar todo aquello que pedimos, abrazaremos Su voluntad para nuestras vidas, esta será una muerte profunda a nuestra voluntad. 

Y cuando nuestra voluntad con todas esas peticiones, sueños y deseos han muerto, Su voluntad brillará en nuestros corazones y podrá conceder nuestras peticiones porque nacerán de Él. 

Cuando estamos satisfechos en Dios y Él es nuestro deleite, cuando nuestros anhelos más profundos le pertenecen a Él, experimentaremos una brillante Vida en nosotros como el resplandor de aquella estrella moribunda que explota en el vasto universo, sin importar si Él concede o no las peticiones de nuestro corazón. 

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