ESPERA EN SILENCIO

 

Alma mía espera tanto como Él diga, no te apresures, deja que Dios actúe. Todo lo que esperas, mi alma, viene de Él.

Debemos comprender que la razón de la espera es para probar nuestro corazón. Dios quiere ver si confiamos en Él como la única fuente de nuestra esperanza.

En nuestra naturaleza nos enojamos con Él por la larga espera, hacemos de nuestra espera un Masá y un Meriba como sucedió con el pueblo de Israel en aquel desierto cuando riñó con Dios y con Moisés por falta de agua.

Dios parece ser tan lento y permanece en silencio, mientras nosotros ansiosos deseamos ayudarle y meter nuestra mano en algo que no nos atañe.

Peleamos con Él en vez de reposar en silencio junto a Él en nuestra espera. En vez de beber el manantial de su vida mientras esperamos su respuesta a nuestras oraciones.

Cuando esperamos en la paciencia de Su Espíritu, una sumisión silenciosa brota de los rincones de nuestro corazón, aprendemos a esperarlo a Él sin importar cuánto se tarde. Un corazón tierno para escuchar su voz nace en la espera callada.

Cuánto necesita nuestro corazón esperar para aprender a obedecer. Para dejarle lugar solo a Cristo y no a nuestra manía de hacer las cosas como nos parece.

En este momento de nuestra existencia no necesitamos más poder espiritual --pues ya lo tenemos en Cristo--, lo que necesitamos urgentemente es quebrantamiento espiritual. Y en esa espera nuestra vida es quebrantada para recibir más de Él.

En la espera todo en nosotros será devastado para que su vida sea forjada más y más.

Alma mía, espera en Dios, Él es la respuesta a tus interrogantes, a tus peticiones, a tus necesidades, en Él está tu esperanza no en nada ni en nadie más. 🦋

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